Soy uno de tantos consumidores típicos. La mayor parte de mi comida la he comprado siempre en los supermercados y nunca fui fan de las verduras ni del pescado. Mi consumo de carne es básicamente pollo y cerdo y me pierden los hidratos: pastas, pizzas, lácteos. Por falta de tiempo y ganas compro muchos alimentos procesados y precocinados.
En definitiva, apenas visito los mercados y las tiendas de productos de proximidad. Pero de un tiempo a esta parte han empezado a preocuparme dos cuestiones: la calidad de los alimentos que consumo y la ética que se ha seguido durante su proceso de producción.
No creo en los mensajes alarmistas ni conspiranoides en torno a la industria alimentaria. Así que ni creo que se nos esté envenenando ni que de manera deliberada se nos provea de alimentos en mal estado, saltándose todos los controles sanitarios. Es puro sentido común.
Sin embargo, sí soy de la opinión de que basar toda la alimentación en alimentos procesados no es la decisión más saludable y que puedo empezar a comer mejor, por un lado reduciendo su cantidad y, por otro, prestando atención a su composición.
Y fue aquí donde al dar la vuelta a los envases de la mayor parte de mi comida habitual para conocer su información nutricional, me encontré con una desagradable sorpresa: casi todos ellos, muchos entre mis favoritos, incorporaban el aceite de palma entre sus ingredientes.
Cuando leo "aceite de palma" me imagino la gran tragedia que se extiende tras de sí: la deforestación de grandes superficies naturales, la expulsión de numerosas especies de sus hábitats, el asesinato de aquellos que se enfrentan a las poderosas máquinas por defender su hogar. Todo por la obtención de un producto que no incorpora ningún tipo de interés nutricional, ni abarata la cesta de la compra del consumidor final y, sobre todo, que antepone los intereses económicos de las empresas más poderosas ante cualquier mínima conciencia ecológica y respetuosa con nuestro medio ambiente.
Así que de manera sistemática empecé a desterrar todos aquellos productos que contuvieran aceite de palma, en ocasiones no sin lamentarlo, por formar parte de mis productos más habituales o que verdaderamente me encantaba consumir. Y un buen día se me ocurrió que podía reunirlos todos en el mismo lugar y compartirlo con todo aquel que quisiera tomar la misma decisión que yo.
No soy una experta nutricionista ni aspiro a hacer recomendaciones sobre productos saludables en este blog. Únicamente, mi deseo es publicar aquellos productos y marcas que incorporan el aceite de palma para darle un poco más de trascendencia a mi sencilla acción individual. También deseo aportar información sobre activismo y todo tipo de noticias que tengan que ver con el tema. Y, por supuesto, animar a otros a que también lo hagan a través de sus comentarios y sugerencias.
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